Única puerta de ingreso del recinto amurallado medieval que se conserva en la actualidad. Se distinguen tres fases constructivas sucesivas: una primera iniciada en el siglo XIII, y dos ampliaciones sucesivas.
Primer torreón del recinto amurallado del Palacio Arzobispal, que quedó integrado en la huerta del Convento tras su fundación. Perdió su función de puerta por la incorporación a la clausura. A partir de este momento se usó como capilla, ubicada en la huerta monástica.